El pasado viernes, en el Centro de (in)Justicia, se condenó al compañero Hans Niemeyer por “tenencia de artefacto explosivo casero” (5 años por aplicación de la Ley de Control de Armas y Explosivos), y “daños” (300 días por delito del Código Penal). Sumadas ambas penas, no es posible la aplicación de un “beneficio” alternativo -establecido por las mismas leyes burguesas-, y deberá cumplir pena efectiva, es decir, en la cárcel.
La lectura que hacemos de esa sentencia, es muy simple: Hans fue condenado a una pena de cárcel por la digna actitud con la que enfrentó al Poder; por su decisión de pasar a la acción y dotar de contenido su ideal revolucionario. Sin decaer al momento de enfrentar la prisión, y decidió incluso pasar a la clandestinidad cuando su proceso fue entrampado mediante triquiñuelas de lxs persecutorxs. Hans nunca agachó la cabeza frente a sus enemigxs, nunca declaró ni siguió sus lógicas autoritarias, nunca les dio motivos para que ellxs lo vieran derrotado. Hans, en un acto de profundo amor, tampoco abandonó a lxs suyxs ni ellxs lo abandonaron: escaparon juntxs, en un intento por evadir las jaulas; lxs defendió aún a riesgo propio, cuando la bota policial quiso imponerse en sucesivos allanamientos.
A lxs poderosxs no sólo les molesta la actitud de Hans, también les asusta: ven en él un peligro por sus ideas y por su actuar, porque el compañero jamás les temió, porque aún en la adversidad jamás estuvo solo, y porque otrxs solidarizamxs con él aún sin conocerlo… porque no necesitamos sus palabras para reconocer en él a un compañero. Su silencio fue un guiño, y su cabeza alzada, otro; y porque cuando sus palabras llegaron, botando muros, tuvimos la certeza de no habernos equivocado al olerlo: con sus palabras, muchos corazones se apresuraron, muchas mentes se echaron a volar, muchas ideas se propagaron y se hicieron práctica. Crecimos.
El día que otrxs decidieron su libertad, Hans estuvo acompañado por su familia, amigxs, y por compañerxs que quisieron hacer efectiva su solidaridad concurriendo a la lectura de sentencia, aún sabiendo que deberían enfrentar la exposición mediática y a lxs verdugxs que, armados hasta los dientes y explotando perros adiestrados, se sienten con el poder para decidir si un(a) compañerx solidarix entra o no a la sala de audiencias. Porque claro, la prensa burguesa con todo su arsenal entra sin problemas, pero para alguien que va a apoyar a Hans, no alcanza el espacio.
Palabras más o palabras menos, hoy Hans sigue encarcelado, enfrentando nuevamente las jaulas que durante algún tiempo logró sortear. Su condena es también la revancha del Poder por los casos en que otrxs compañerxs han logrado cumplir su condena en la calle. Él ya demostró su fortaleza, sabemos que está entero, pero eso no puede ser razón para que nuestras muestras de solidaridad se desgasten: el compañero sigue en la prisión y, en invierno, es más helada que nunca.
Todavía existe una instancia para recurrir ante la Corte de Apelaciones y solicitar la nulidad de la sentencia. Es la última vía judicial para intentar que Hans cumpla su condena en la calle, al lado de su familia y compañerxs. Si bien no creemos en las leyes que nos han impuesto y no creemos en la justicia entregada por el Estado que combatimos, es en éste terreno jurídico donde hoy se juega la libertad de nuestro compañero, y por lo mismo, lo seguiremos apoyando y acompañando.
El llamado es a la solidaridad, pero no a una solidaridad de palabra, sino de acción. Una solidaridad revolucionaria, que defendamos por sobre las vinculaciones que puedan o no crear lxs fiscales, la policía y la prensa. Una solidaridad que nos permita propagar la idea y práctica anticarcelaria, y agitar verdaderamente por la libertad del compañero.
¡QUE NINGÚN(A) COMPAÑERX ESTÉ SOLX!
¡NUNCA DERROTADXS!
¡HANS NIEMEYER A LA CALLE!
Acá dejamos una entrevista al abogado de Hans, Julio Cortés, quien aclara mejor la situación judicial del compañero.
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