Se acerca fin de año, y no sólo el circo electoral atesta las calles de las ciudades con su inmunda propaganda política. Aparte de tener que soportar los rostros de sinvergüenzas profesionales, que dicen representar nuestros derechos, y que aspiran a gobernarnos detentando el poder para explotarnos de mejor forma; tenemos que soportar las campañas publicitarias navideñas que inundan todos los espacios donde nos desenvolvemos cotidianamente.
Y es que las enajenantes “ofertas” navideñas invaden nuestro entorno más inmediato, a través de diversos medios, exponiendo principalmente a los niños y niñas (y a la sociedad en general) a sus mensajes consumistas e individualistas (cubiertos del manto cristiano), al mismo tiempo que generan, más que en cualquier otra fecha del año, desde el punto de vista material, residuos y desechos (envoltorios y embalajes plásticos) que contribuyen al deterioro medioambiental.
A través de los medios de comunicación burgueses, y lo que es peor, mediante instituciones, afines al status quo, como la escuela formal y sus obligatorias clases de religión (católica), se reproducen valores caducos, castrantes, dogmáticos y antirracionales, contrarios a la libertad de pensamiento, que legitiman al “orden” opresor capitalista, colaborando, también, en el aumento de las arcas burguesas a costa de la explotación del hombre por el hombre y de la comercialización de sus mercancías. Puesto que durante estas semanas de jolgorio navideño se acentúa no sólo la explotación laboral, principalmente juvenil, a través de trabajos precarios y mal remunerados (con extensas y fatigantes jornadas laborales), sino que también se potencia el consumo, como “la” forma de alcanzar la felicidad a través -claro está- de la celebración del nacimiento de Jesucristo.
De esta forma, los trabajadores asalariados aparte de elaborar productos -constituyéndose en una parte fundamental del engranaje capitalista- que permiten el enriquecimiento de sus opresores, se constituyen en mercado de consumo. Su alienación, en este sentido, es doble dentro del sistema de dominación. Alienados en tanto mano de obra asalariado y enajenados en tanto consumidores.
La navidad, como otras fechas religiosas-comerciales -por ejemplo la Pascua de Resurrección- sólo ayudan a que el cruel capitalismo se potencie, inculcando, desde el punto de vista ideológico, valores como el respeto por la autoridad, las jerarquías y la creencia en la tiranía de Dios, que sólo beneficia la opresión, en tanto, atenúa los impulsos emancipatorios de los individuos.
Históricamente, Estado, Iglesia Católica y Capitalismo unidos se han constituido como los pilares del sistema de dominación burgués. Por tanto, la invitación de nosotros, los libertarios, es renegar de las fiestas católico-cristianas, que permiten -y potencian- el enriquecimiento de nuestros explotadores, mediante el consumismo, al mismo tiempo que sumen al pueblo en el embrutecimiento y la superstición. Abajo el oscurantismo cristiano.
¡Por la libertad de pensamiento! ¡No a la celebración de la Navidad cristiana!
Por (A)pache
El enemigo personal de Dios
Publicado en El Surco n°10, diciembre 2009