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“Deja de pagar tu hipoteca, deja de pagar tus impuestos al Estado y dedica ese dinero a la sociedad. No abones tus multas, deja de comprar en multinacionales, rompe tus cadenas y supera tus miedos”. Eso es, ni más ni menos, lo que Enric Durán, conocido como Robin Bank o el Robin Hood que roba a los bancos, le pide a todos los ciudadanos.
Tras estafar casi medio millón de euros a 39 entidades bancarias y dedicar ese dinero a causas sociales, tras exiliarse, pasar por la cárcel e inquirir a los bancos por su silencio, Durán ha vuelto a hablar después de que la Fiscalía del Estado solicitase el pasado 23 de noviembre ocho años de cárcel para él por impagos.
Y a través de un comunicado ha reiterado lo que ya dijo en su día: que no considera que el actual sistema judicial esté “legitimado” para juzgarle. ¿Por qué? En su opinión, la falta de respuesta judicial ante la ‘desaparición’ especulativa de billones de euros del mundo financiero, la reforma de la constitución española el pasado septiembre “para beneficiar a los bancos”, los recortes sanitarios en Cataluña o el indulto del banquero del Banco Santander, Alfredo Sáenz, son motivos suficientes para desacreditar a ese sistema.
“Una Fiscalía del Estado que se inhibe mientras banqueros y políticos conspiran contra el pueblo, no tiene ninguna legitimidad para acusarme de nada, ni para pedir ninguna pena por una acción política como la mía”, asegura Durán.
Aún así ahora mismo se encuentra pendiente de que se concrete la fecha del juicio oral de un proceso en el que el fiscal ha reclamado para él seis años de prisión por un delito continuado de falsedad en documento mercantil en concurso con otro de estafa, y otros dos años de cárcel por insolvencia punible. En caso de que la petición de la fiscalía prosperase, Durán tendría que volver a la cárcel, donde ya pasó dos meses en 2009 por su “acción de insumisión bancaria”, como él mismo la define.
¿De nuevo en la cárcel?
Ante la posibilidad de volver a prisión, Durán confiesa en una entrevista con El Confidencial que lo que le interesa es “aprovechar la atención mediática” y ver cuál es la “respuesta social”. “No es lo mismo ir a la cárcel y que la gente reaccione que estar entre rejas y que no haya ningún movimiento. En ese caso, habría que valorar qué más se puede hacer”, explica poco después de hacer público su comunicado.
Frente a la preocupación de quien le rodea Durán quiere dejar claro que está “animado e ilusionado, como siempre, con lo que pueda pasar y, sobre todo, con lo que podemos ser capaces de hacer”.
“Sé que si volviera a la cárcel se cerrarían algunas puertas pero se abrirían otras oportunidades. El poder tiene mucha resistencia a llevarnos a prisión por acciones políticas de desobediencia civil, porque sabe que es una fuerte pérdida de su legitimidad y que se le puede volver en contra”, argumenta.
Reflexionando sobre el tiempo que ha pasado desde que, en 2006, comenzó a preparar su estafa a las entidades financieras, Durán, que lleva años “tratando de movilizar a la gente”, considera positiva la evolución de los movimientos sociales, “sobre todo en los últimos meses”. “Han surgido iniciativas muy interesantes como el sistema asambleario del 15-M o las cooperativas integrales.
El momento de pasar a la acción por Gavroche
“Pero salir a la calle hasta agotarnos no es suficiente, a veces la gente se desmoraliza porque participa en manifestaciones y no ve que eso produzca cambios, por eso hay que pasar a la acción”, alega.
Según dice, en la medida en que pueda y quiera cada uno, hay que emprender acciones pequeñas “de la vida cotidiana” como no pagar los impuestos o las multas. ‘Insumisión fiscal’, lo llama, y resume esta actitud en un Manifiesto por una nueva Dignidad Rebelde.
“Sé que hablar de la extensión de la desobediencia, de los riesgos de las detenciones y de la prisión nos remite a nuestros miedos e inseguridades; pero también sé por experiencia que la vivencia de la libertad entendida como la coherencia entre pensamiento y acción, genera un sentimiento de bienestar que 1.000 barrotes no pueden bloquear”, asegura este rebelde fiscal.
Él superó con creces sus miedos cuando, con la ayuda de una impresora, una fotocopiadora y unas tijeras se enfrentó a los grandes bancos en lo que considera “un acto de recuperación y justicia social”.
Ahora anima al resto de los ciudadanos a “romper sus cadenas” para plantar cara a “una banda de criminales de las finanzas que ha secuestrado lo poco que podía haber de democrático en los estados y está llevando a cabo un plan premeditado para recortar nuestros derechos sociales, sólo para aumentar sus beneficios”. Porque, como recuerda, “todavía no ha ido nadie a la cárcel por insumisión fiscal”.