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Sin permiso del presidente y el general, de la iglesia y su moral irrumpimos hoy en el escenario de las publicaciones subversivas. Con profunda aversión hacia la autoridad, dejando atrás las ideologías enmohecidas apuntamos nuestras plumas hacia lo existente, con su opresión creciente, sus desastres ecológicos y sociales.
Con este periódico queremos abrir discusiones sobre la realidad de este país, para entenderla mejor, pero sobre todo para criticarla y descubrir maneras de enfrentarla con mayor fuerza e intensidad. Lo hacemos desde una perspectiva de lucha autónoma y anti-autoritaria, porque no creemos en partidos o jerarquías, ni en negociaciones con el capital o el Estado.
No nos dirigimos a “los obreros”, “los campesinos” o “los estudiantes” sino hacia todxs lxs oprimidxs, sin importar su rol social, que con obstinación se rehúsan a aceptar la opresión y explotación diaria.
A pesar de la situación, aunque un mundo sin miseria puede parecer muy lejano y pese a tanta apatía y pacificación, no dejamos de soñar con la libertad. Queremos probarla, vivirla y estamos dispuestos a luchar por ella.
Queremos reconocer los brotes de resistencia en nuestrxs alrededores. Queremos mirar la realidad, no solamente como algo que se nos impone, sino como algo en que podemos ser parte. Y que esa realidad depende de nuestra colaboración y apatía o de nuestra rebeldía y resistencia.
Aquí estamos, sin muchas pretenciones, pero con los corazones llenos de deseos y rabia. Nada más que una brisa subversiva en un paisaje social invernal. Sin embargo, con la ambición de convertir esa brisa en un viento que puede desencadenar una tormenta.