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Cuando salieron del banco, las puertas fueron inmediatamente cerradas y los compañeros afuera las bloquearon aún más con sus banderas. Folletos fueron entregados a los transeúntes, sobre todo al personal del banco vestidos con ropa de inteligentes. De repente, de la nada, el pavimento fue invadido por una clase de niños de una escuela francesa en un viaje a Londres. Reconocieron de inmediatola Aencerrada en la bandera y comenzaron a gritar “Vive l’anarchie!” al unísono con algunos de los compañeros. Un momento indescriptible, las hermosas voces agudas de los niños gritando con alegría mientras luchaban para obtener folletos y “bonos”. Por un instante, un destello de luz brillante iluminó el corazón de la oscuridad. El maestro entonces apareció para ver lo que estaba pasando, tomó un folleto diciendo que sería el tema de la siguiente lección, y siguieron su camino. El banco fue cerrado por cerca de media hora.
La siguiente parada fue un cercano paso elevado, un excelente lugar para colgar las banderas a la vista del tráfico y de los edificios de oficinas que lo rodean. Se podía ver grupos de figuras sombrías en trajes elegantes mirando a través de muchas de las ventanas. Folletos fueron entregados a los peatones curiosos. Al final de esta pequeña pero apasionada demostración, justo cuando todos estaban por irse, un pelotón de policías de la ciudad de Londres, atados en una marcha absurda, surgió de un vehículo azul brillante. Nadie se encontraba en un estado de ánimo para discutir y continuamos nuestro camino, estimulados por estos momentos de vivacidad y al diablo con la sociedad carcelaria y sus guardianes. “Las calles de quién, nuestras calles” no es sólo un eslogan en una manifestación. Desde las zonas exclusivas de los poderosos a “los barrios pobres de Londres”, es el momento de hacer sentir nuestra presencia en cualquier día y a cualquier hora, para mostrar nuestro desdén por nuestros enemigos y para encontrar nuestros cómplices.
– Bertolt Brecht
Bancos: instituciones financieras en la base del sistema económico mundial. Son ellos los que permiten a la economía funcionar, tanto en los “buenos” como en los “malos” tiempos. ¿Esto significa que son útiles para nosotros? Porque son sin duda útiles, si no indispensables, para aquellos en los altos mandos del poder, las corporaciones, los magnates, los comerciantes de armas, los políticos involucrados en campañas electorales, y así sucesivamente.
¿Pero también son útiles para nosotros, para todos aquellos que no pertenecemos a las categorías antes mencionadas? ¡No lo son! Es precisamente la gente común que trabaja, que compra productos y pide dinero prestado quienes hacen posible a los bancos gestionar sus negocios sucios y aumentar el monto de financiación que se dispensará a las grandes empresas, que a su vez, benefician a los millonarios y a las corporaciones. Es a través de cuentas bancarias, tarjetas de débito y crédito, préstamos, etc. que operan los bancos, financiando todo tipo de actividades que son devastadores para la vida en este planeta. Ellos hacen posible la explotación a nivel mundial, siempre dispuestos a invertir en los costos laborales más bajos resultando en millones de personas trabajando como esclavos para llenar las tiendas de las calles y los supermercados con artículos, la explotación produce prendas de vestir y alimentos que se exportan bajo la mirada de hambrientas poblaciones deliberadamente endeudadas. Financian proyectos depredadores de eco-devastación en todos los rincones de la tierra, proporcionan a los productores de armas los medios necesarios para fabricar armas mortales (y chantajear a los países pobres en la compra de ellas), mantener el saqueo de los recursos naturales, la lista podría continuar por siempre.
En un sistema basado en las fuerzas económicas y en la eterna necesidad de extraer beneficios a cualquier precio, los bancos y las bolsas de valores son los principales actores de la hambruna provocada, la desertificación, la privación social, el suicidio individual y la miseria generalizada. Estas son las simples verdades que pueden ser vistas por todos, no hace falta ser un radical o tener ideas subversivas para ver con claridad el papel de los bancos en la miseria de la mayoría de la gente.
La ‘crisis económica’ actual, que se manifiesta en el aumento de los precios de artículos de primera necesidad y los cortes de todos los servicios sociales, está una vez más pesando en los más pobres en la sociedad. Son los más pobres quienes están siendo llamados a hacer sacrificios, soportar la pobreza deliberadamente planeada y el aislamiento social y pagar por esta crisis, que es principalmente el resultado de transacciones financieras irresponsables (si es que una transacción financiera “responsable” alguna vez existió) operadas a escala mundial y cuyos protagonistas principales son los bancos del mundo entero, quienes interactúan, prestando y pidiendo sus botines entre ellos y cuando lo arruinan, pidiendo a sus secuaces, el Estado, para extorsionar a la población que los ayude. No hay tal cosa como un ‘buen’ banco o un ‘banco ético’. La mera existencia de un banco es antitética, inmoral y anti-vida. Más allá de eso, los bancos siguen pagando bonos de cientos de miles de libras a sus directores y personal, aun cuando oímos hablar a los políticos de “regulación” del sistema financiero. No existe tal regulación, porque los bancos están ahí para mantener su papel de ladrones del dinero de los pobres. Sólo para que la economía funcione.
Considerando todo esto, robar un banco es un acto éticamente aceptable y responsable. Quien roba un banco sólo está recuperando (arriesgando su propia seguridad) lo que ha sido robado de él o ella. En este sentido, si todos fuésemos a convertirnos en ladrones de banco, estaríamos tomando algo de nuestra vida de nuevo. Los recortes sociales no nos sacarán de la crisis. Si queremos sobrevivir a la ‘crisis’ y evitar una vida de miseria y sumisión debemos destruir los bancos, negándonos a pagar cuando se nos pide.
La mayoría de la población del planeta ha estado pagando durante siglos por un mundo que no quieren. Ha llegado la hora de destruir el monstruo que se ha generado a partir de lo que se ha robado de todos por la mafia de ladrones conocidos como bancos, y luchar por una vida ya no más desperdiciada produciendo y consumiendo ‘necesidades’ ficticias. Un mundo sin jefes o esclavos, prisiones o bancos (que son interdependientes) en el que el trabajo aburrido y la explotación den paso a la creatividad y el juego. El tiempo se agota. Nada va a crecer de las cenizas tóxicas de esta sociedad orientada hacia la muerte. El nuevo mundo ya existe en un embrión, en alguna parte de los actos individuales o colectivos de diablura inspirada por la vida.
EN EL SENTIDO REAL DE LA PALABRA.
POR EL SABOTAJE A LO EXISTENTE POR TODXS
AQUELLXS QUE NO TIENEN MIEDO DE RECHAZAR
LA ASOLADA SEGURIDAD Y AVENTURARSE
A LO DESCONOCIDO.