Corren malos tiempos para ser anarquistas. Consciente de la vulnerabilidad que sufren sus estructuras en estos momentos de decadencia económica y caos bursátil, y de la fragilidad con la que su paz social se mantiene ahora que la cifra de personas que se replantean lo establecido y se posicionan de forma más o menos combativa aumenta cada día que pasa (aunque no por ello hay que ilusionarse demasiado ni pensar como ingenuos que el pueblo se va a sublevar en masa sólo porque estén aumentando los despidos y los desahucios), el Estado asegura la continuidad del sistema capitalista – del que es aparato gestor y blindaje al mismo tiempo- endureciendo las leyes y avanzando más deprisa todavía hacia la consolidacion del totalitarismo moderno, que bajo la máscara democrática, controla cada vez más aspectos de nuestras vidas. Esto son sólo algunas reflexiones atropelladas pero que considero urgente plantear, si bien no es la primera vez que son puestas sobre la mesa. Espero que motiven el debate:
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