El sol calienta el asfalto. El miserable sol. Largas filas para pagar la vida en cuotas. El ruido de los sueños cumplidos me aturde. Varios de esos sueños estacionados. Pienso en lo lindo que sería si ardieran. Que ardiera todo. Toda la ciudad. Olor a sueños quemados por todos lados. La gente corriendo, llorando.
Me río de mi locura y sigo caminando y pensando. Alguna mente no tan alienada tiene tiempo para mirarme pero acelera el paso con miedo. Yo me río más.
Ya no aguanto. Decido evadirme para escalar la gran montaña hacia la conquista de la cima donde está la vida. Comienzo el ascenso. Como era de esperar estoy solo. No me importa demasiado. Cada vez estoy más alto. Cada vez más lejos de la miseria. Por fin llego a la cima. A la hermosa cima.
Respiro el aire puro de la vida, miro alrededor y es ahí donde te encuentro. Sentada en otra cima. Cantando. Riendo. Me miras. Te miro. Ascendemos juntos sin hablarnos, la montaña más alta. Esa que lleva hasta donde están las estrellas. Nuestras dulces y conspiradoras amigas.
Ascendemos hacia el cielo, para tomarlo por asalto. Riendo, cantando…viviendo.