Un 22 de mayo del 2009, hace ya 4 años, una explosión estremecía nuestros negros corazones. Un anarquista moría al manipular un artefacto explosivo, mientras se dirigía a atacar un símbolo de la sociedad carcelaria. La muerte, como un ave hermosa, nos arrebató al compañero. Pero muchos entendieron que como decían los anarquistas nihilistas rusos de inicios del siglo XX, “La muerte es la hermana de la libertad”.
Recordamos de inmediato a la compañera Claudia López, nuestra hermana inolvidable, que en 1998 fue asesinada por la espalda, en las barricadas de un 11 de septiembre. Y a tantos otros antiautoritarios, caídos en esta larga guerra, sin tregua alguna. Ese mismo mes, en Francia, moría la compañera Zoé, mientras se preparaba para el ataque.
Ese día, cuando supimos que te habías marchado para siempre, Mauricio, tu partida nos contagió con una incurable peste negra. Y siempre te recordaremos por ello. Así como saludamos a todos los compañeros que han decidido no olvidarte, no permitir que el Poder te borre de la memoria histórica. No eres un mártir, no, eso jamás, pero tenemos claro que no caíste por casualidad, porque ibas pasando. Caíste en combate, y por eso, gritamos honor para tu memoria y tu gesto de acción.