
La afinidad en nuestros grupos es algo fundamental, la libre asociación hace que esa afinidad sea el aglutinante del grupo, es más, esa afinidad además de política se hace necesariamente personal siendo la honestidad y la honradez con los compañeros los cimientos sobre los cuales sustentar cualquier proyecto político posterior.
Hasta aquí todo esto se da más o menos con naturalidad en condiciones normales. Cuando la represión se lanza sobre nosotros todo esto se convierte en un hervidero de pasiones, de miedos, de adrenalina desbocada, de nervios… La represión es un mal trago al que nunca nos acostumbraremos, más aún cuanto más de cerca toca. Es en esos momentos cuando toda esa pasión que llevamos en nuestras discusiones se desboca y llega a convertirse en un problema. Tesalónica, Milán, Turín, son ejemplos de como la represión ahonda en las discrepancias, estallan viejos rencores y viejas rencillas y acaban desencadenando una espiral de ataques y vendettas auto-destructivas totalmente inútiles y descorazonadoras para el resto de grupos e individualidades afines que lo observan en la distancia. La delgada linea que separa la discrepancia política o metodológica del ataque personal no debería nunca ser traspasada,menos aún en momentos de ataques represivos por parte del sistema, esta debería ser una máxima grabada a fuego entre compañeros. Aislar a un compañero herido y secuestrado por las garras del capital es bastante contrario al ideal de solidaridad y apoyo mutuoen el que firmemente creemos creer.
Cuando el sistema se está cebando a muerte con un compañero no es el mejor momento para aflorar viejas rencillas y atacarle con reproches sobre viejas cuestiones, más bien es mezquino y cruel. Cuando la represión se ceba con compañeros comprometidos que, discrepancias, cabreos, discusiones y enfrentamientos verbales varios a parte han demostrado su implicación, valentía, compromiso y dedicación de manera sobrada, la solidaridad ha de ser indiscutible. De acuerdo que la solidaridad no debe conllevar una actitud acrítica, las diferencias políticas, ideológicas y metodológicas son aceptables y necesarias, pero la solidaridad debe estar por encima de la discrepancia cuando la dificultad del momento represivo lo requiere. Es tan fácil como: “no comparto tus métodos, tu enfoque del enfrentamiento, tu metodología pero cuenta con mi apoyo y solidaridad ahora que la maquinaria coercitiva y aniquiladora del sistema se está cebando contigo”.La solidaridad entre ácratas no debería ser tan sólo palabra escrita.