Dentro de unos pocos días va comenzar todo el circo jurídico. Veré frente a frente a quienes me acusan y buscan condenarme: a los testigos elaborados por el Ministerio Público, a los buenxs ciudadanxs morales que me acusan “preocupadxs” supuestamente por el bienestar de sus barrios acomodados, gente que sin escrúpulos se venden al mejor postor. Sin más, todo un espectáculo montado por los aparatos protectores del Estado-capital.
Yo me mantengo en la posición de reivindicación pero yo nunca reivindiqué, ni reivindico el “delito”como tal, instrumentado por la parte acusadora: la sociedad. Yo reivindico mis ideas y el haber actuado en consecuencia con lo que pienso, con lo que soy, con cómo vivo y con la forma de concebir la vida, la existencia, el mundo que nos rodea en toda su complejidad, pues como anarquista me doto de una visión universal y no gregaria. El anarquismo es una filosofía cosmopolita, la cual no sólo comprende la economía y la “política”, también comprende los sentimientos como la razón. En definitiva, comprende cualquier aspecto de la vida, del mundo, comprende la manera en la que nos relacionamos con los demás, con la flora, con la fauna y con el enemigo en común, la cultura, el arte, la geografía, etc. Todo con base en una idea y práctica de libertad.
Aceptar o reivindicar el delito sería entrar en el dilema legalista de la supuesta “culpabilidad e inocencia”, una filtración bien aceptada, al igual que el discurso de la “no-violencia vs violencia”. Esos discursos sólo han creado una serie de problemáticas y discusiones innecesarias entre grupos, colectivos e individualidades del ambiente anarquista y/o antiautoritario, en donde los más indignadxs y purxs se dignan en “culparnos” a quienes actuamos en consecuencia, ataques que parten más de los valores del sistema y sus estandartes legaloides. El tema de la “culpabilidad e inocencia”, al igual que el de la “no violencia”, son filtraciones del ala socialdemócrata y burguesa, con la finalidad de apagar la necesidad de la rebelión o la insurrección para terminar con la opresión-explotación. Estas posiciones netamente pacificadoras, por una cuestión de lógica con la idea, ya las deberíamos de haber asimilado y desechado, pues como anarquistas tenemos (o deberíamos) tener bien claro nuestro concepto de violencia y violencia liberadora o revolucionaria, la que es necesaria para liberarnos de las cadenas impuestas por el poder. Saber cómo y cuándo emplearlas.
El hecho de ser antimilitaristas y manifestarnos contrarios a las guerras imperialistas, ataques nucleares, etc., no nos define, ni es sinónimo de “pacifismo” o “pacificación”,así como el hecho de que algunxs anarquistas hablen de armas y explosivos como maneras de atacar los intereses del poder, no significa que nuestra lucha se identifique con el terrorismo. ¡Terrorista es el estado!
Entonces, aceptar o reivindicar un “delito”, ya sea “daños o ataques ala paz pública”sería legitimar al autoridad de los jueces, -la cual no reconozco- y su disposición a consignarme. No pretendo por el momento, profundizar en este plano, en el futuro así será, con la calma que merece.
Otra cuestión, la intención fracasada del Gobierno del Distrito Federal de vincular a mi persona, así como al espectro anarquista mexicano, con grupos del narcotráfico, es algo preocupante, en el sentido que forma parte de una clara estrategia para enredarme en asuntos legales ajenos a mi persona y, sobretodo, para criminalizar una lucha honesta y justa, que lo queramos o no, está cimbrando en los oídos de mucha gente. Como anarquista, mis ideas y posiciones están a años luz de poder ser ligadas a estos grupos de poder y, como amantes de la libertad, nuestro concepto de organización, está también a años luz de ser parecido al de la delincuencia organizada o cualquier otro grupo de poder manejado por el Estado.
Mi idea es al organización informal, basada en al afinidad, el conocimiento mutuo, la autogestión y la autonomía total.
Esta supuesta guerra contra los cárteles del narcotráfico (narco-gobierno) es una bien instrumentada estrategia de “intervención” o “invasión” orquestada por el imperialismo yanqui y el gobierno mexicano. Sustentadas también por organizaciones capitalistas como el FMI, OMC, BM, así como por organizaciones de militarización como la OTAN, entre otras, y la necesidad del imperio de obtener más control y dominio sobre el centro y sur de América. Todo bajo pretexto de una supuesta lucha contra el “terrorismo internacional”. Estrategias militares como el Plan Colombia o el Plan Mérida, junto con la implantación de bases militares de los E.U.A., justo y casualmente sobre yacimientos de agua, minerales y petróleo, en Sudamérica, nos dejan el panorama de la guerra mundial que se avecina y, que no está de más decirlo, ya comenzó en “baja intensidad”. Aunada a toda esta estrategia, también es la del control y el aniquilamiento de cualquier brote de protesta; grupos subversivos y de protesta, movimientos sociales y, cualquier disidencia contra los planes de dominio del capitalismo están siendo golpeados por los aparatos protectores de poder: militares, paramilitares y policía. Esta llamada guerra contra el narcotráfico, se traduce también en una guerra de “bajo perfil” dirigida contra los explotadxs y oprimidxs que se organizan y luchan.
Lo anterior es sólo un panorama que comparto, es sólo una parte de mi perspectiva contra el capitalismo mundial, ya que para mí, son capitalistas todos los gobiernos y todos los Estados, ya sea México, Venezuela, Ecuador, Finlandia, Italia, Cuba o Bolivia. En todos hay gente que lucha y me solidarizo con ella, con los pueblos autónomos –no idealizados-quienes también son golpeados por la represión de sus gobiernos locales quienes reprimen y encarcelan a quienes no acatan leyes y dicen lo que piensan contra el Estado, por muy “antimperialistas” que se digan ser.
Esta intentona de relación con grupos de poder del narcotráfico, se vio reflejada desde el primer momento después de mi accidente, cuando la prensa comenzó a difundir el rumor acerca de una detención –años atrás- a causa de las drogas. Yo no uso drogas, y no estoy de acuerdo con su uso y mucho menos con los lazos ficticios que algunas personas intentan establecer entre la lucha y éstas, ya que, desde mi punto de vista, las drogas sólo funcionan como un modo de evadir la realidad, invitando a no luchar, si esto se hace, es de forma ficticia, ya que de ningún modo incide realmente para la destrucción del Estado-capital.
Abro los ojos y me doy cuenta de la realidad en la que vivo día a día y por el momento, en el presente, no nos queda nada más que organizarnos y luchar: mirando este mundo donde reina la destrucción y muerte, ¿qué nos queda? ¡Sólo la guerra social contra el Estado. Sin más! Sin mediaciones ni alianzas estratégicas; organizándonos libremente, sin jerarquías, ni lideres, libre y autónoma. Organización informal anarquista.
¡¡¡Contra el Estado y el capital: Guerra social!!!
¡¡¡¡A conformar 1, 10, 100, 1000 Grupos de afinidad!!!
¡Abajo os muros de las prisiones!
Solidaridad con los Presxs Anarquistas.
Mario Antonio López Hernández
Anarquista preso del Gobierno del Distrito Federal
Reclusorio sur, Ciudad de México
20 de agosto de 2012.