COLABORACIÓN DEL PERIÓDICO ANARQUISTA EL AMANECER
Me veo obligada a aclarar -reafirmar, más bien- el concepto de mujer como Objeto. Sin duda, es posible que muchas mujeres se sientan ofendidas al no reconocer el rol de compañera sexual, madre y dueña de casa; sin embargo, no me refiero a ello como funciones de escaso valor, declaro que estas funciones no pueden ser suficientes por sí mismas para justificar la existencia de la mujer.
No es posible que la mujer pueda insertarse activamente en la sociedad, si ella misma relega su propia existencia exclusivamente en función de los demás. Es necesario que cada ser humano se reconozca a sí mismo como un individuo autónomo y libre de elegir su propio destino. Y esta libre elección no puede llevarse a cabo si lo hace atendiendo a circunstancias ajenas a sí mismo, pues no podrá encauzarlas de forma correcta, precisamente porque estas no le pertenecen. De esta forma, si la mujer decide dedicar exclusivamente su vida a la familia -entendamos esto como marido, hogar e hijos-, es probable que en más de algún momento sienta que su labor es devaluada por aquellos mismos a quienes ella consagra su vida. Esto puede desencadenar la pérdida del equilibrio en su vida, pues ha construido su identidad en función de los demás, y ante esa crisis no podrá reafirmarse en sí misma.
La conformación de valores determinados, la legitimación de conductas sociales y la asignación de roles específicos están lo suficientemente arraigados como para comprender la razón por la cual la propia mujer elige su destino en función de la familia. Empero, esto no es suficiente para justificar la reproducción de tales conductas. La mujer, aparte de haber sido condicionada para reproducir su rol, desea también su femineidad, depende emocionalmente de su familia y teme el rechazo de sus pares. Al perder el control de la vida que ha escogido, advierte que, finalmente, su existencia ha estado sujeta a circunstancias ajenas a ella, imposibles de ser controladas, pues no forman parte de sí misma.
Es necesario, entonces, desligarse del pensamiento preconcebido en torno a la familia; esta responde a un modelo que, lejos de dignificar a la mujer, la deja fuera de la vida en sociedad. El Día Internacional de la Mujer ha servido para ensalzar el rol femenino, y esto no hace más que perpetuarlo, nos celebra por “el simple hecho de ser mujer”, dejando en claro que no es necesario hacerse partícipe de un mundo “hecho a la medida del hombre”.
Escrito por Patricia Contreras.
Periódico anarquista El Amanecer