Hablar muchas veces sobre las prisiones y nuestros compañeros presos, se ha convertido en un placer prohibido, como si de letras y hechos pecaminosos se tratara, sobre todo en Latinoamérica donde las galeras son depósitos de perversiones y desidia de todo tipo, desidia en gran medida fomentada por nosotros, los anarquistas, con nuestro silencia y pasividad. Costa Rica no es la excepción, la institución penitenciaria no es nueva en estos lares, data desde 1832 cuando se crea un lugar de Castigo para Mujeres en Matina y en 1841 con la promulgación del primer Código Penal, tan solo pocos años de su consolidación como república independiente.
EL PLACER PROHIBIDO
La población carcelaria tiqueña es de 6.650 presos por cada 100.000 habitantes, el nivel de ocupación en las prisiones es del 110%, tan solo en 1992 hasta 1996, la tasa de presos por 100.000 habitantes mostró un incremento, al pasar de 74 a 126. De esa población el 24% esta en procesos, es decir que no tienen condena definitivamente firme o están en espera de ella, esto se traduce en un vulgar secuestro por parte del estado, ya que el sujeto se ve privado de su libertad sin ni siquiera tener la certeza de que es culpable de algún delito, ni siquiera hablar de los eventuales proyectos para privatizar las cárceles, entones pregunto: ¿hay o no hay razones para crear una extensa red que combatan las cárceles y sus nefastas consecuencias? Y hablo de una red y no de un grupo o federación, porque el problema de la represión y la cárcel es un problema que nos afecta a todos los libertarios, sin importar el adjetivo o tendencia especifica a la que nos queramos suscribir, el abolicionismo es un supuesto ideológico básico de cualquiera que se aprecie de ser un anarquista, como lo son el antiestatismo, la autonomía o el anticlericalismo.
No solo hay un deber moral con los presos sociales sino también con nuestros compañeros detenidos en cualquier parte del globo, sin importa las razones de su presidio, ni su ubicación geográfica, en México dos compañeros anarquistas sufren las vicisitudes del presidio, Carlos “el skin” y David Venegas, en Argentina otros dos, en Chile con frecuencia nuestros afines entran y salen de prisión, como consecuencia de la Guerra Social que se vive.
Estas tierras muchas veces son vanguardia[1], en Costa Rica, en el caso de delitos menores, en vez de un juicio hay un proceso de mediación en el que se reúne la víctima o la familia de la víctima con el acusado y los abogados y acuerdan una multa o un servicio comunitario para evitar el encarcelamiento; ahora vuelvo a preguntar ¿si nos planteamos una existencia sin ejércitos y con el antecedente antes mencionado, no es posible plantearnos una sociedad sin cárceles?
Pues claro que es posible, porque abogamos por el fin del sistema capitalistas y por una nueva forma de relacionarnos ajenas a las lógicas jerárquicas y de poder, y es por eso que entendemos que el fin de una, lleva irremediablemente al fin de la otra, porque la cárcel es una institución necesaria para la existencia del estado y el capital, y estos no subsisten sin ella, como ella no subsiste sin ellos. De ahí nuestra necesidad de catalogarnos como “Abolicionistas Anticapitalistas” porque queremos la destrucción de ambas cosas y no un mero reformismo como el expresado por los “abolicionistas”. Lo queremos cambiar todo y no solo una fracción de la realidad.
Sin duda alguna, recomendar un avance en las luchas contra las prisiones en Costa Rica, representa un placer prohibido, los organismos de seguridad constantemente nos monitorean, y saben que las prisiones en cualquier parte del globo son bombas de tiempo, su lógica represiva y de adopción de roles contrapuesto y antagónicos entre el reo y el presidiario convierte a esos depósitos humanos, llamadas “prisiones” en cámaras de combustión. Solo espero que este artículo sea analizado por algún “faccioso” de la anarquía y que desde ya haga de mi placer prohibido algo viable en estas costas
[1] Con esto no me refiero a la clásica acepción marxista de “iluminados sabelotodo”.