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Las auténticas barbaridades que hemos tenido que escuchar a través de los medios de comunicación, como la puesta en escena de la “justicia” española, demuestran que estamos ante una operación orquestada y mediática sin precedentes contra nuestro movimiento.
Así hemos podido escuchar cargos, insinuaciones y demás tropelías, que no han sido acompañadas con pruebas, como tenencias de explosivos, adulteración de medicamentos y todo tipo de ensoñaciones que han sido bien arropadas por un despliegue policial enorme para consolidar ante la opinión pública que estas personas son, como poco, terroristas.
Y es así, sin presunción alguna, como han tildado a nuestros compañeros. Para ello han tenido que tirar de imágenes de archivo del siglo pasado, y de otros países, ya que no contaban con ninguna actual para enmarcar su despropósito. O sí, contaban con las imágenes que de manera pública tanto Equanimal como Igualdad Animal han mostrado para denunciar a la industria peletera, pero no les convenía enseñar esas imágenes pues demostraban el terror del lado de la balanza que no les conviene, y curiosamente del único que existe.
Nuestros compañeros no son más culpables que de mostrar la realidad a la sociedad, de generar debate, de ofrecer información, de cumplir eficientemente con su cometido de defender a los demás animales, y todo ello aunque les pese, de manera pública y pacífica.
Pero no todo iba a ser negativo. La respuesta por parte del movimiento de Derechos Animales ha demostrado la madurez que este ha alcanzado. Si bien hemos apreciado como últimamente las posiciones en su gran mayoría se iban acercando hacia una postura abolicionista clara, y no reguladora, también hemos podido observar como los posibles prejuicios que arrastrábamos del pasado se han caído estrepitosamente dejando muy claro por qué estamos aquí, y qué defendemos.
Las diferencias estratégicas puede que sigan existiendo en mayor o menor grado, pero eso no nos convierte en ningún caso en enemigos. Eso es algo que a estas alturas creo que todo el mundo debería tener claro.
Ser activista no es sino producto de una reflexión interior que se cuestiona la necesidad de no aceptar ni colaborar con el sufrimiento de los demás, por eso somos veganos, e igualmente participar activamente para generar un cambio en el resto de la sociedad.
Ser activista no es fácil. No sólo es tiempo, dedicación y recursos, sino además el conocimiento de la crueldad hacia el resto de animales, privación de libertad, agresiones, amenazas, insultos, difamaciones e incluso criminalización, son algunas de las cosas con las que nos encontramos, o nos podemos encontrar, a lo largo de nuestra vida y en el desarrollo de nuestra actividad por los Derechos Animales. Si aún seguimos metidos en esto es porque realmente nos importan los demás animales, porque somos conscientes de la realidad que padecen a diario, porque hemos sobrepasado la barrera de la especie a la hora de tener una consideración moral con alguien.
Nos gustaría hacer un llamamiento de apoyo y solidaridad a estos 12 activistas: debemos estar a la altura del ataque que contra el movimiento de Derechos Animales se está llevando a cabo, y por lo tanto contra los demás animales. De la misma manera creo que es necesario entender que a partir de ahora se inicia una cuenta que parte de cero, y donde ya no tiene ninguna cabida los enfrentamientos que como personas u organizaciones hayamos tenido. Ahora debe imperar la unión en lo posible y siempre el respeto como necesario.
Demostremos la madurez tanto personal como activista que la situación nos exige y que las víctimas del especismo necesitan.