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Compañeros, no fue solo un momento. No pasó y se fue. No fue olvidado. Deja algo detrás. Cuando las negaciones se traducen en decisiones conscientes y éstas a su vez en acciones y las mismas acciones en actuaciones salvajes. No en un evento con un comienzo y un fin, ni en una perdida trágica, sino en una linterna. Linterna que con gran coraje va a alumbrar nuevos círculos revolucionarios, nuevos cuerpos que convierten en práctica la desobediencia y no son seducidas por vidas artificiales, nuevos senderos donde sembrar el caos y realizar aquello que tan impacientemente proponemos. Además, algo siempre queda. Dicen que las ideas son indelebles. Aquí, y allí y en todas partes. No solo vosotros, no solo nosotros, todos. Todos y para siempre. Todavía tenemos camino por delante.
Puesto que el presente está enfermo y no ha sido infectado por alguna enfermedad que se ha extendido en su ser. Cayo enfermo en su creación, además, ésta por si sola infectó a sus creadores con el virus de la sociedad, de la evolución social, de la imposición de grupos por encima de otros grupos y de personas por encima de personas, de las relaciones encadenadas de poder.
Por eso con tu muerte hicimos que nuestros pasos de guerra se convirtieran en una continuación de los tuyos. tiros de gracia a la creación social. Hasta que cada uno por si solo, y todos juntos, compañeros que han pasado y compañeros que vendrán, cerraremos con satisfacción los ojos de su cuerpo sin alma.
Por eso desde otra esquina del planeta, desde algunas celdas de Grecia una noche como esta con nuestros pensamientos hacia tí, antes de dormir abrazamos el caos.
La estrella de Mauri alumbra nuestra lucha
Tzifkas Sokratis