El boicot se ha usado y se usa en diversas luchas, en sus inicios, el boicot lo desarrollaba la clase trabajadora, reivindicando sus intereses de clase ante la explotación de las patronales, luego al ir engrosándose el espectro social con otras demandas ya no de corte y tipo económico, en el caso de la ecología, se plantea por ejemplo no consumir productos de tal o cual país donde se produzca energía nuclear o se prueben bombas de alcance atómico como cuando lo del atolón de Mururoa por parte del gobierno francés allá a mitades de los ’90.
Ahora podemos ver que el veganismo como alternativa ética, social, ambiental, política, ideológica ante un sistema de valores imperante como lo es la dinámica especista, tenemos a nuestros ojos que el negarse a consumir «alimentos» provenientes de la explotación, tortura y muerte animal es también una forma de boicotear a esta forma de dominación muchas veces sutil y que la encontramos en nuestra cotidianeidad más clara, a la hora de alimentarnos por ejemplo. La negación a ser parte de este espectáculo (al cual lo tenemos invisible) empieza por ahí, en negarnos a consumir objetos, «alimentos», cosas, implementos hechos con animales o despojos, o con su fuerza de producción, es una posición que está de la mano cuando el veganismo se dedica a propagandear y difundir esta forma de vida, en términos literales y metafóricos, ya que no promovemos un estilo de muerte…para eso ya hay mucha gente montándoselo desde los medios de comunicación masivos, desde las instituciones especistas como son la gran mayoría de las familias, los centros educativos, los círculos de amistades,etc, etc, todo preparado para que siga igual.
Está en nosotrxs como veganxs conscientes y fuera de la alienación especista remarcar el valor del boicotear al especismo, como forma también de negarnos al capitalismo inserto en esas escalas de valores donde las vidas de las demás especies y la humana quedán detrás de el afán de lucro, sea como sea. Está claro que nos oponemos y nos oponeremos a formas que por más que no sean capitalistas desde lo económico, sí sean especistas en su manera más intrínseca, llámense mataderos colectivos, granjas familiares o lo que sea.