El proyecto de civilización se levanta a contracara de la imagen del salvaje, posicionando un nuevo modelo de hombre moderno y renovado, con ambiciones y técnicamente calificado para efectuar la gran variedad de oficios que el nuevo orden económico mundial capitalista exige como base para consolidarse como tal. Ante esto y luego de la liberación del ser humano bajo el dominio de Dios durante la edad media, el hombre y la mujer se posicionan en un eslabón preferencial de decisión en lo que concierne a los asuntos del planeta. Comienza una nueva época en la cual el mundo comienza a girar en torno al ser humano, se le denomina Antropocentrismo, ahora ya no es Dios quien condiciona la vida de los seres de la tierra, ahora es el hombre quien domina al hombre y las demás especies de este planeta.
Lo mismo ocurre con la educación – En el sentido genérico de la palabra – mediante ésta se nos van reproduciendo los miedos y las frustraciones del pasado, los objetivos de vida, hasta nuestros sueños, los límites y las dificultades, lo importante y lo insignificante.
La historia de la tierra ha sido regida por la absoluta influencia del ser humano, el cual ha diseñado según su modo de vida la estructura cultural de la gran mayoría de las sociedades del mundo. Considerando a las demás especies del planeta como meros objetos utilitarios disponibles a merced del hombre.
Este sometimiento es intelectualmente reforzado por teorías que se propagan como verdades incuestionables y se reproducen de generación en generación mediante la tradición oral, la educación y la cultura misma, normalizando una situación de extrema desconsideración, vejación, tortura y asesinato cotidiano.
Es esencial replantear y generar una nueva perspectiva de lucha, la cual no puede marginar de su interés la situación medioambiental, considerando a la tierra y los animales que habitamos en esta como los directos perjudicados de un modelo cultural instaurado por quienes manipulan a las masas y dictan, implícita o explícitamente como pensar y de que manera concebir la realidad.
La lucha por la liberación animal y de la tierra es necesaria y esencial para los que buscamos subvertir o destruir esta realidad actual. Comprendernos y reconocernos como animales oprimidos es fundamental para la creación de una nueva y necesaria perspectiva de lucha. Una lucha con la furia de la tierra y la acción constante de todxs nosotrxs.