>Carta de Sergio Maria Stefani, preso anarquista, sobre el 22 de mayo

>

“Vi è una sola cosa che -non so perché- gli uomini non hanno la forza di desiderare: 
la libertà, un bene tanto grande e dolce!
Non appena la si perde, sopravvengono tutti i mali possibili e senza di essa, tutti gli altri beni, corrotti dalla servitù, perdono del tutto gusto e sapore. Sembra che gli uomini tengano in poco conto la libertà, infatti, se la desiderassero, l’otterrebbero; si direbbe quasi che rifiutino di fare questa preziosa conquista, perché è troppo facile.”
-Etienne De La Boétie-

El 22 de mayo será justo un año de la muerte del compañero Mauricio Morales, un año desde cuando el estruendo accidental de su artefacto ha desgarrado los corazones de quienes, si bien no conociéndolo, en seguida lo han considerado afín a si mismo en la determinación en actuar.

El culto de la carroña no me pertenece y, por como conocí a Mauri a través de sus escritos, creo que así fuera también para él; pues es difícil para mi encontrar palabras que no aparezcan vacías.

En este momento hay una sola manera para imposibilitar que el recuerdo de Mauri empiece a despedir el mal olor de incienso y agua bendita.

Hacemos que la oración sea rezada al ruido de los ataques y callamos todas las palabra que no sean de incitación a la acción.

Que Mauri sea muerto no me preocupa, lo que cuenta para mi es saber que estaba recorriendo su camino hacia su liberación, y pensando eso es solo alegria la que pruebo y una aún más certera la decisión en continuar a recorrer el mío.

No hay ningún valor en una vida de esclavos.
La de Mauri se quemó de prisa, pero aquellas llamas nos indican el unico camino hacia la libertad.
Sergio Maria Stefani
Un compañero libre
Cárcel de San Michele (Alessandria-Italia)

Sfidare ogni potenza pur se appaia
onnipotente; amare; sopportare
fino a che la speranza tragga in alto
dal suo disastro il fine cui pur tende;
questo, Titano Prometeo, è l’essere
buoni, grandi, felici, belli, liberi;
questa è gioia, vittoria, impero vita.

da “Prometeo liberato” Atto IV di Percy Bysshe Shelle