Comenzando a hablar siempre me encuentro más bien en un embarazo, por lo menos al principio. Y este embarazo aumenta respecto a lo que erróneamente se llama una conferencia, o como más modestamente se la intenta de disfrazar, una conferencia-debate. Después de todo se trata de un discurso de alguien que viene de fuera, probablemente de otra generación, como si lloviese del pasado, alguien que sale a esta cátedra, hace un discurso, y consecuentemente se asemeja extraña, y peligrosamente, a quien os machaca el cerebro con otros fines, con otras intenciones. Sin embargo, si ponéis un poco de atención, tras esta semejanza exterior, en los conceptos que ahora seguirán, habrá una considerable diferencia.
LA TENSIÓN ANARQUISTA
El primero de estos conceptos está constituido por la pregunta: ¿qué es el anarquismo? Puesto que sé con seguridad, porque les conozco personalmente, que aquí dentro hay muchísimos anarquistas, es extraño que tome ahora un problema de este tipo. Cuando menos los anarquistas deberían saber qué es el anarquismo. Y por el contrario a cada ocasión es necesario retomar el discurso precisamente por la pregunta ¿qué es el anarquismo? Aunque sea en pocas palabras. ¿Por qué? Normalmente no sucede esto en el resto de expresiones de la vida, en el resto de actividades, en el resto de pensamientos, quien se define o se considera, y también con un cierto fundamento, algo, conoce verdaderamente ese algo.