GRECIA: ESCRITO DE TASOS THEOFILOU RESPECTO AL CONTROL CON GPS A LOS PRESOS

EXTRAÍDO DE EL REFRACTARIO

20061127224711-prisionTasos Theofilou fue encarcelado en Agosto del 2012 acusado de un asalto a un banco en isla de Paros y pertenencia a las CCF. El compañero anarquista niega esas acusaciones, pero aun así mantiene con dignidad una posición dentro de la cárcel.

Respecto a la colocación de pulsera con GPS a los presos

Con motivo del reportaje publicado en la edición del Domingo del diario “Avgi” (20 de enero de 2013) y escrito por Irini Lazaridou respecto a los planes del Ministerio de la Justicia sobre la colocación de pulsera con GPS a los presos, tanto en espera al juicio como condenados, voy a intentar expresar mis desacuerdos y aportar algunas reflexiones a un debate que desgraciadamente, por el momento, no parece preocupar a nadie en el grado que le correspondería dada su importancia. Como si no fuera una medida que de hecho señala el paso totalitario hacia una sociedad como sacada de ciencia ficción distópica.

El reportaje en cuestión, como el problema principal de las cárceles griegas ve la saturación y cuestiona la eficacia de esa medida (pulsera con GPS) en cuanto a la descongestión de las prisiones. Como obstáculo principal se presenta sus altos gastos y además, tomando como ejemplo los países de América Latina, se teme que sólo los presos ricos y específicamente las figuras importantes del crimen organizado podrán usar la dicha pulsera (para cumplir sus condenas en arresto domiciliario), mientras que la gran mayoría de los prisioneros seguirá amontonándose uno encima del otro como cucarachas.

Considero como muy parcial y por lo tanto problemático que la sobrepoblación sea presentada como el problema más grande de las cárceles. Ciertamente es vergonzoso que una sociedad está apiñando a sus chivos expiatorios en grupos de cuatro en unas celdas que tienen 3 metros cuadrados, como sucede en la mayoría de las prisiones del país. Sin embargo, todavía peor resulta ese confort fúnebre ofrecido por aquellas celdas amplias y de tres camas, con calefacción y agua caliente, que se encuentran en las nuevas cárceles del tipo estadounidense: Trikala, Domokos, Grevena, Nigrita y Hania. En condición de casi un aislamiento sensorial y alejado también de las ciudades de provincia en los cuales se supone que están construidos estas cárceles, todo preso tiene derecho a un sólo estímulo externo: un pequeño trozo del cielo por arriba de un patio claustrofóbico, que con su tamaño y arquitectura recuerda más bien al fondo de una piscina vacía.

La mutilación del mundo de psique del preso, su ruina social y económica, la violenta colocación en una comunidad artificial e impuesta por la Justicia Penal, el hecho de privarle de sus personas queridas, la restricción de sus sentidos, en pocas palabras todo ese proceso de deshumanización: estos son los básicos problemas de la cárcel. La saturación es un problema tanto real como también indicativo de que el sistema del castigo está sádico e desinteresado, pero enfocándose en ello corremos el peligro de oscurecer el problema esencial: la cárcel en sí.

Por tanto, para los que siguen insistiendo sobre la necesidad de que haya las cárceles y simplemente buscan alguna solución institucional que pueda mejorar la condiciones dentro, tal solución no puede ser otra sino la reducción de las condenas, más clemencia al momento de tratar los delincuentes y establecer que uno tenga que cumplir 3/7 de condena para obtener la suspensión de condena (en vez de 3/5 que hay actualmente).

Los miedos expresados en el reportaje, esto de la eventual oportunidad para los figurantes del crimen organizado que así convertirán su condena en un arresto domiciliario y de esto modo lograrán de continuar so “actividades criminales”, no tiene base ninguna. En Grecia, aunque tal vez suena raro, el llamado “crimen organizado”, a pesar de sus interrelaciones con el Poder económico y político, se penaliza con unas leyes especiales y sus cabecillas reciben unas condenas aniquiladoras. La Justicia Penal no ha mostrado ninguna clemencia frente a ellos y no parece que va a cambiar la táctica con esta pulsera. Por tanto no se introduce la pulsera para sacar de la cárcel los órganos directivos del crimen organizado. Aún menos para aliviar la sobrepoblación, ya que se sabe que los tribunales griegos meten la gente en prisión preventiva y condenan con una facilidad que da la impresión que se trata de algún tipo de examen donde todos reciben notas negativas. Como si las sentencias que condenan a la gente al encierro fueran un simple resultado de alguna ecuación de contabilidad y no los años que tengan que complir las personas que sean enterradas mientras viven.

Dada la inestable situación social y el hecho que el Poder le hace frente con “el dogma de tolerancia cero”, la pulsera no contribuye de ninguna manera en la descongestión de las cárceles, sino al contrario: va a provocar una ola de severidad todavía mayor de manos de la Justicia Penal, ofreciendo a sus funcionarios la posibilidad de encarcelar con esa facilidad sádica suya como lo hicieron hasta ahora, pero además de imponer la “pulserita” (poco dolorosa y además beneficiosa para el Estado) a unas categorías de delincuentes que hasta ahora no solían sufrir muchas repercusiones. Es decir, ya por la más mínima falta.

Es importante dejar claro que esta medida no tiene que ver sólo con los presos o con sectores delincuentes o “poco civilizados”. Tiene que ver con todos que como la única mercancía poseen su fuerza laboral. El proletariado entero. Y esto porque se trata de una clase que, a medida que la crisis se hace más profunda y el desprecio mostrado hacia la fuerza laboral está tomando unas dimensiones sin precedentes, tiende a ser expuesta a una represión penal cada vez más severa.

Combinado con la condena “alternativa” (la cual, como lo ha revelado el viceministro de la Justicia en el programa televisivo “Protagonistas”, se encuentra también entre los proyectos del dicho ministerio), es decir con el trabajo gratuito “para el beneficio público”, la pulsera es el primer paso hacia establecer en Grecia todo un complejo penitenciario-industrial, que va a pegar un golpe de gracia a la de todos modos degradada fuerza laboral, ya que la industria de la represión penal estará en posición de suministrar todo un ejercito de trabajadores, totalmente controlado y al mismo tiempo gratuito, así creando un percal propio de ciencia ficción distópica. Por tanto, los proletarios no tendrán nada más para perder que sus postmodernas y decoradas con el GPS cadenas.